Escuchar a los niños pequeños en la separación de sus padres.

Cuando el Instituto Chileno de Terapia Familiar nos invita como equipo de la institución que ya lleva más de 20 años trabajando en terapia, acompañando a familias que han atravesado por la separación de la pareja, a conversar acerca de la separación cuando hay niños pequeños, con gusto aceptamos. Poner el foco en los niños y niñas de hasta 10 años resultó muy atractivo porque la terapia familiar en procesos de separación hoy abarca familias con hijos pequeños, con niños en etapa escolar,  con adolescentes, con adultos jóvenes, con hijos adultos, incluso con hijos que no viven ya con sus padres y que han formado sus propias familias. En esta enorme diversidad, vale la pena reflexionar acerca de la particularidad de lo que ocurre cuando las parejas se separan con hijos pequeños, que estadísticamente corresponden  a una de las etapas en la que la separación de la pareja ocurre con mayor frecuencia

Escuchar a los niños pequeños es de suma importancia en el contexto de una separación de pareja. Los niños son altamente sensibles a los climas emocionales, y esta sensibilidad es aún más pronunciada en edades tempranas, ya que en esa etapa, los niños no tienen las herramientas del lenguaje verbal para comprender y expresar lo que experimentan. En lugar de ello, viven en un mundo de emociones que surgen de las experiencias en las que están inmersos. Pueden observar, por ejemplo, que sus padres ya no están juntos, que no se saludan, y sienten ansiedad por mantener una buena relación con cada uno, sin perturbar al otro. Los niños pequeños corren el riesgo de aceptar más de lo que corresponde, adaptarse excesivamente a las necesidades de los adultos, reprimir su descontento y expresar su malestar a través de síntomas físicos y/o emocionales.

Las manifestaciones de la sobreadaptación de los niños pequeños pueden implicar la ocultación de pensamientos y emociones, y el silenciamiento de experiencias para sobrevivir al conflicto de lealtades que se intensifica con el conflicto entre los padres.  La dinámica del silenciamiento  se refuerza con el deseo de los padres de superar rápidamente la crisis y que sus hijos se afecten “lo menos posible”, lo que dificulta la elaboración verbal de la experiencia. Esto puede resultar en que los padres y los niños callen, alimentando la fantasía de que la separación no tuvo consecuencias negativas. El silenciamiento además, impide que los niños construyan narrativas compartidas con otros miembros de la familia sobre lo que han experimentado, lo que ayudaría a legitimar sus vivencias.

Claramente no basta con evitar peleas o discusiones delante de los niños. Para que los hijos se desarrollen de manera saludable, necesitan un ambiente relacional en el que se refleje el amor que los padres sienten por ellos. Esto implica vivir en un entorno emocional que les brinde confianza en una relación entre los padres protectora y segura. A pesar de que los padres ya no sean pareja. De hecho, ser pareja no garantiza que el clima en que se desarrollen los niños pequeños sea el más propicio para su bienestar. Si la relación de pareja es sostenidamente conflictiva, interfiere en la relación parental, genera un clima de tensión y estrés que puede afectar el desarrollo de los niños, especialmente de los  más pequeños.

Uno de los desafíos más complejos que enfrentan los padres que se separan es disolver el vínculo de pareja y, al mismo tiempo, mantener el vínculo parental. En las etapas iniciales de la separación, es común experimentar un alto nivel de conflicto y una baja disponibilidad emocional para los hijos. Las líneas entre la relación parental y la de la pareja se vuelven difusas. Con el tiempo, lo habitual es que la fase de desestructuración disminuya gradualmente y de paso a la construcción de una relación de padres acorde a la nueva etapa de la vida familiar. Aunque esta tarea siempre requerirá esfuerzo y  voluntad, como en todas las relaciones parentales y coparentales, en ocasiones, dado el desafío mayor que tiene que los padres no vivan juntos, pueden surgir obstáculos que dificulten el proceso, entonces puede ser necesario contar con apoyo externo especializado en el trabajo terapéutico con familias en proceso de separación.

Los niños pequeños están en pleno desarrollo, neurológico, intelectual y emocional, esto le da una particularidad y relevancia que distingue a las separaciones de las parejas en esta etapa, siendo crucial para estos procesos que se llevan a cabo en contextos emocionales y relacionales  suficientemente estables y positivos para que este desarrollo sea posible.

Ps. Carolina Gana

Equipo Cooperati.