Puentes entre la separación y el ensamblaje

Con frecuencia las personas que han vivido una separación vuelven a sentir interés por establecer una nueva relación de pareja, con la ilusión de vivirla con mayores grados de satisfacción que la anterior o simplemente, con las ganas de volver a vivir en pareja. Si se llega a esta nueva relación con un hijo/a, o varios, producto de un encuentro, de una convivencia o de un matrimonio previo, se establece una relación de pareja ensamblada

En las parejas ensambladas, desde el comienzo, desde la etapa de enamoramiento,  existe la presencia de otros, de varios otros. Siempre van a estar presentes él o los hijo(s) que nacieron de la relación anterior de alguno de ellos o de cada uno de ellos, el otro padre o madre, la familia extensa de éste, y la historia compartida.

Mientras mejor se haya resuelto la separación, mientras más se hayan aceptado las pérdidas asociadas  a ésta y  logrado rescatar lo bueno que quedó de ese vínculo, será más posible el cierre de esta etapa y estar en condiciones de comenzar una nueva relación de pareja. Si el duelo de la separación ha quedado inconcluso, las consecuencias pueden  expresarse en la mantención de un conflicto que no termina con la separación, sino que se agrava y prolonga en el tiempo.  

Un buen duelo habitualmente se expresa en el logro de buenos acuerdos parentales, que se sienten como razonablemente justos por ambas partes. Por lo mismo, es posible cumplirlos y mantenerlos en forma flexible según las circunstancias y los cambios de etapa en el ciclo vital de los hijos. Los buenos acuerdos contribuyen a un clima familiar saludable, a mantener niveles bajos de conflicto y son un contexto que permite el desarrollo de los hijos  e hijas.

Por el contrario permanecer vinculados por un conflicto, afectará a todos los involucrados. Afectará a los padres y  sobre todo los hijos, pero también, a la nueva relación de pareja, la pareja ensamblada.

El conflicto post-conyugal no resuelto dificulta el funcionamiento en base a buenos acuerdos parentales, consume tiempo, energía,  vida y muchos de los recursos necesarios para lograr un buen ensamblaje. Este, en sí mismo, ya es complejo porque es una experiencia muy diferente a la del primer matrimonio, con desafíos y exigencias familiares también diferentes, por el número de personas que están incluidas, cada una con sus necesidades, lo que hace que las necesidades en la familia ensamblada se multipliquen. 

Los hijos funcionan mejor si mantienen un vínculo seguro y confiable con cada uno de sus padres. Sin embargo, si el conflicto  entre ellos permanece activo, se verán enfrentados a tener que elegir entre ambos y poner en juego sus lealtades con lo que pierden libertad y afectos. Las consecuencias de esto recaen en la nueva relación de pareja, que se tensiona.

Tanto los hijos como la nueva pareja necesitan sentir que pertenecen al nuevo sistema – la familia ensamblada- y que sus necesidades afectivas serán atendidas, al mismo tiempo que deben lidiar con los sentimientos de exclusión en forma alternada. Para todos resulta exigente, por lo que cumplir los acuerdos alivia en gran parte la tensión.

Alcanzar la satisfacción de las necesidades, especialmente de los hijos, puede intentar lograrse a través de constantes peleas entre los padres o incluso recurrir al sistema judicial para que una persona externa decida qué es lo mejor para ese hijo y esa familia. (cuando los padres no pueden resolver sus diferencias).   Esta forma suele dejar heridos en el camino e interfiere en la forma en que los padres cuidan el desarrollo de los hijos, porque un clima beligerante sólo les resta seguridad y confianza para crecer.

Si se tiene en cuenta que la separación  es una experiencia dolorosa y se quiere evitar el daño de los conflictos altos y sostenidos, se puede realizar este proceso de manera colaborativa. En esta modalidad, que se basa en la confianza, se trabaja para llegar a acuerdos  realistas, considerados y protectores para los hijos. Tanto los padres como los hijos reducen la incertidumbre del futuro, pueden sentirse más seguros, lo que facilitará las coordinaciones y promoviendo la corresponsabilidad parental y el logro de una nueva organización.

En un escenario así,  la pareja ensamblada tendrá más espacio para desplegarse, desarrollarse y establecer su propia identidad. Los buenos acuerdos entre los padres que se separan, respetuosos de la historia y con sentido de futuro, van a actuar como puentes entre la separación y el ensamblaje que facilitarán la vida de la nueva pareja y de los hijos que se suman y son parte de esta travesía.

Ps. Antonia Raies R.

Equipo COOPERATI